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(Capítulo 1 de la odisea “la vuelta de Ulises”)

Ulises después de haber cumplido con su deber de luchar junto al lado de Agamenón, decide regresar a su tierra natal Ítaca. En este caso Ulises representa la esencia qué busca liberarse, es la que nos da el impulso para buscar ser Hombres auténticos. Ítaca es la representación alegórica de esa tierra prometida de los cristianos de ese Shambala de los vedas.

Pero este regreso no fue tan fácil porque su reino era el más lejano de todos los reinos; en Ítaca a Ulises le esperaba Penélope su muy amada esposa, que junto a Ulises representan los misterios de las almas gemelas siendo Ulises el alma humana y Penélope el alma divina, que espera allá en su reino. Ulises parte de las playas de Troya tierras recién conquistadas en su camino se encuentra con la isla de la antigua Trácia, lugar donde tuvieron una derrota apabullante debiendo Huir para salvar sus vidas, esto junto con los vientos y las tempestades que les persiguen, son representación de los momentos difíciles que les toca vivir a los iniciados como parte del camino.

Luego Ulises y su tripulación fueron llevados por una tormenta de Viento y agua con las que les tocó luchar durante 9 días, si hacemos un acercamiento superficial a la cábala diríamos que el 9 simboliza el Eremita quien busca la luz en las tinieblas guiado únicamente por una lámpara qué es la conciencia. Estas tribulaciones y circunstancias representan las pruebas de los elementos que en un sentido ya más iniciático, quiere decir las pruebas de agua, de tierra, de fuego y del aire que en octavas y octavas van pasando los iniciados.

Continuando con el relato las turbulencias cesaron al décimo día, en el sentido cabalístico podemos decir que el 10 representa «la rueda del samsara» la misma que está regida por las leyes mecánicas de la naturaleza; la ley de involución y la ley de evolución; que son circunstancias que nos lleva a una vida rutinaria y  son estas las situaciones que le toca  vivir a Ulises.

Ulises llegó a otra isla viajando casi a la deriva guiado por los mares y las corrientes, arribaron a una misteriosa isla y envió a algunos de sus Marineros a conseguir agua y provisiones. Los marineros llegaron y fueron recibidos de muy buena manera por los lugareños quienes le ofrecieron agua y también del dulcísimo fruto que ellos consumían y era su único alimento, la particularidad de este fruto era que les hacía olvidar las tribulaciones de un pasado y la preocupación de un futuro haciendo que estos personajes permanecieran echados en el suelo perezosamente por largas horas soñando los más felices y descuidados sueños. Los guerreros al consumir este fruto se olvidaron de todo, de su jefe, de su misión y hasta de su destino.

 Estos frutos simbolizan todos aquellos placeres banales que embelesa nuestros sentidos provocando el sueño de la conciencia, podríamos manifestar que entre ellos se encuentran las drogas, el alcohol, la fascinación por las cosas, la fascinación por las personas y todo aquello que nos «distrae» de nosotros mismos, que nos hace olvidar que es lo que sentimos, como lo sentimos todo aquello que nos aleja de nuestra realidad.

Ulises al ver que no regresaban fue a buscarlos dándose cuenta inmediatamente de lo que estaba sucediendo al ver a sus soldados dormidos sin hacer absolutamente nada, con los que habían quedado en el barco rescató a sus a sus hombres y partieron inmediatamente de aquella isla.

Está última parte del relato nos manifiesta la necesidad de despertar, para que nuestra vida sea una vida intensamente vivida alejada de las sensaciones que nos traen los sistemas  mecánicos de la sociedad; despertar Debería ser nuestro más importante objetivo. El Despertar de la conciencia para no vivir como Los habitantes de aquella Isla viviendo de sueños sin ocuparse de su realidad y que no nos ocurra aquello que dicen algunas escrituras sagradas; “no dejarnos embelesar por aquello que brilla con brillo engañoso”, despertemos cada día, despertemos aquí y ahora.

Consciencia que duermes…Qué distinta sería si despertaras… Conocerías las siete sendas de la felicidad. Brillaría por todas partes la luz de tu Amor, se regocijarían las aves entre el misterio de tus bosques, resplandecería la luz del Espíritu y alegres los elementales, cantarían para ti versos en coro». V.M. Samael Aun Weor.

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